martes, 17 de mayo de 2011

NUEVAS Y DIVERSAS FORMAS DE PARTICIPACIÓN JUVENIL


Autora: JENNY SÁNCHEZ PERUGACHI
Licenciada en Trabajo Social
Investigadora en temas de juventud y trabajo Infantil
Foro Social Florícola - OIT

Si regresamos un poco en el tiempo, recordaremos que en los años 60, 70 las organizaciones estudiantiles se caracterizaban por ser el espacio privilegiado de debate y confluencia de jóvenes, en torno a reivindicaciones que iban más allá de las demandas sociales clásicas y que posicionaron en el escenario público a un nuevo actor no visibilizado hasta entonces, las y los jóvenes.

Ya en la década de los 90 comenzó a hacerse evidente una reducción de la participación juvenil en las organizaciones en que tradicionalmente se habían agrupado. Esta reducción se establece a partir de un fuerte cuestionamiento a las formas de participación y a su vez una crítica acerca de la capacidad que tales organizaciones tienen para representar sus intereses, expectativas motivaciones y proyectos vitales. 

Y aún cuando lo anterior puede ser la razón fundamental de la baja participación juvenil, esta situación a dado lugar a un discurso, aceptado y afirmado socialmente, que habla de la apatía de las y los jóvenes. Discurso de apatía juvenil que se refleja principalmente en el ámbito de la política.

Frente a este discurso es importante precisar tres elementos que considero importantes:

El primero, que hace referencia a las estructuras y formas tradicionales sobre las que se basan los partidos políticos, estos se han convertido en espacios cerrados donde no circulan las ideas, no nacen propuestas y no estimulan el debate.

El segundo, que hace referencia a la imagen que las y los jóvenes tienen de los políticos como representantes, la cual esta ligada directamente con la corrupción, manipulación y desinterés de los partidos en la situación de la juventud.

“…o sea, mis panas te dicen así, si es que tu te pones a hablar de política, te pones a hablar de un montón de señores que se quieren llevar la plata del país y dejan en la mierda al país, y qué más…ese es el concepto de política que tenemos los jóvenes…” Joven rapero

“… ¿quieres hablar de política?, es un grupo de señores que quieren robarse la plata del país, quieren irse a cualquier otro país…y dejar así en el estado que esta el Ecuador. Esa es la concepción que tienen los jóvenes de la política, entonces a partir de eso a quien le va a importar hacer política.” Joven estudiante[1]

Y el tercero, que plantea que si existe un discurso que habla de la apatía debe hacer referencia no solo a la apatía juvenil, sino en general a la apatía social, y en ese contexto preguntarse ¿por qué la apatía social?.  

Frente a esta pregunta existe un elemento clave que debe ser recogido, se concibe la participación desde parámetros tradicionales y allí cabe una reflexión que me interesa hacerla como punto de partida para analizar otros elementos.  Si la participación juvenil es medida desde parámetros tradicionales elimina toda posibilidad de recuperar nuevas formas de participación y asociación juvenil que se han ido constituyendo a lo largo de estos años.

Estas nuevas formas de asociación no pretenden abarcar a un gran número de jóvenes, funcionan en torno a asuntos e intereses concretos, muchas veces ligados a temas específicos, y con poca perspectiva de institucionalirse; su motor principal se centra en la búsqueda de gestionar o resolver aspectos puntuales.

El sentido de ausencia de futuro en las y los jóvenes “nadie sabe, si mañana, vamos a vivir, así, que tenemos que vivir ahora todo”, se manifiesta alrededor de las agrupaciones juveniles como una forma de priorizar su acción inmediata. En su accionar no se evidencia la necesidad de esperar soluciones futuras, o procesos largos que auguren un cambio en las condiciones por las cuales se movilizan. En parte se puede entender por el agotamiento de los jóvenes al verse siempre considerados dentro del discurso del “futuro de la patria”.

Son formas de agrupación informales y nacen como espacios de relacionamiento y convivencia entre las y los jóvenes (clubes deportivos, organizaciones barriales, artísticas,  grupos de música, etc.), son pocas las agrupaciones juveniles reconocidas legalmente o que conservan cierta permanencia en el tiempo. A estas características están más vinculadas organizaciones juveniles que cuentan con el apoyo o el aval de instituciones sociales (organizaciones no gubernamentales, religiosas, partidos políticos, movimientos sociales etc). Las organizaciones de este tipo suelen contar con propuestas formativas y desarrollan proyectos encaminados a la participación, ecología, género, política, comunicación, entre otros.

La participación juvenil, entonces, debe ser vista como un proceso en constante movimiento. Los grupos y organizaciones nacen y mueren, renacen con nombres y propuestas y en ese continuo renacer las y los jóvenes van construyéndose como actores protagonistas y con sus valores, contenidos, éticas y estéticas reconstruyendo sus escenarios y condiciones.

Por otro lado, la diversidad y novedad de movilización, organización y agrupación, parte del reconocimiento de que no existe una sola forma de ser joven, por ende las demandas, propuestas y formas de acción desde las y los jóvenes son variadas, de allí que los espacios juveniles constituidos ampliaron el espectro acerca de su centro de atención.

En las agrupaciones juveniles actuales, se puede ver un respeto a la condición del individuo quien se convierte en el centro de la acción, y en esa perspectiva el respeto por la heterogeneidad es la base en la relación.

El sentido de la agrupación es la búsqueda de una afirmación de si mismos, en un momento de permanente cuestionamiento a sus referentes familiares, y de transgresiones que se manifiestan en el lenguaje, la creación de un estilo particular (vestido, baile, música), el uso de un apodo que reemplaza al nombre, los consumos.  Para las y los jóvenes, el grupo es el espacio en donde puede expresarse con libertad, donde pueden decir lo que piensan, donde comparten ideas comunes y les permite ser ellos mismos. El grupo también es el espacio de la solidaridad, donde brindan apoyo.

El reconocer esas nuevas formas de participación y agrupación permite romper esa visión adulta que no impide la construcción de una ciudadanía plena, que no fortalece la autoestima de las y los jóvenes, que no los concibe como actores capaces de nuevas relaciones.

Porque a las y los jóvenes sí les interesa la situación de sus comunidades, los problemas que se viven a diario en la ciudad, les disgusta la injusticia, la demagogia, la corrupción, cuestionan la incoherencia cuando los adultos hablan de valores que no llevan incorporado en sus prácticas...son susceptibles frente al dolor de los otros; simplemente que sus mecanismos de lucha, de ruptura, de cuestionamiento no parten de los escenarios que tradicionalmente los adultos conciben como válidos y es allí donde debemos apuntar nuestros ojos, son esas las formas que debemos valorar, resignificar y recrear.

En ese sentido tal vez, el camino más adecuado deba ser el respeto a la diversidad de formas de participar y la búsqueda de nuevas relaciones desde ese reconocimiento.

 


[1] Análisis Situacional de la Juventud en el Ecuador 2004. Banco Mundial. Las expresiones señaladas son producto de los grupos focales realizados con jóvenes de diversos espacios para sustento del presente estudio.




Otros texto de ayuda: http://www.fad.es/sala_lectura/C2007_MR2_Santos.pdf

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